—Falló el exterminio —Deduje.
—Sí. Pero una bruja solo puede dar vida a una bruja. Sangre extraña a su especie no prosperará. —continua el párroco—. Estoy seguro que en esa ocasión se dio muerte a la mayoría de su raza, ahora se encuentran débiles, por eso han regresado, quieren volver a construir su imperio. Y nosotros debemos actuar antes que ellas.
—Ahora lo que necesitamos es el libro —dijo el padre Segovia—. Tú nos llevaras hasta él, antes que ellas lo encuentren.
—Existe un problema —pronuncie con nerviosismo—. Creo que ellas han llegado hasta mí.
Las expresiones se tornaron pálidas, ni yo mismo sabia a ciencia cierta que estaba ocurriendo en mi entorno, pero la sospecha y el temor me hicieron buscar ayuda. No hubo más relato, el párroco se sintió desmejorado y el padre Segovia lo condujo a duras penas debido a su obesidad, hasta su habitación, mientras tanto yo quede ahí, con mis pensamientos dando vueltas.
La situación cada vez se tornaba más complicada y turbia para poderla resolver o al menos lograr vislumbrar la verdad de los acontecimientos, sobre todo con éste mal que me acongoja de no poder recordar mi pasado.
El regreso del padre Bartolomé me sacó de mis divagaciones, comenzando el interrogatorio sobre como es que las brujas habían llegado hasta mí. En un relato breve le explique de la extraña visita de una impostora que conocía la verdad sobre mi familia pero que se trataba de una completa extraña.
Autor: Martín Guevara Treviño
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