—Aquí estoy yo para lo que necesites.
—No sé si me entenderás… estoy muy confundido.
—Puedes estar seguro que te comprenderé mejor que los muertos, ellos no hablan —retiró de mis manos la foto y la guardó en un cajón de la cómoda—. Vamos, Marco. ¿Qué es lo que te sucede?
—Creo que no conocimos bien al tío Camilo. Guardó secretos muy peligrosos, exponiendo la vida de toda la familia.
—¿De dónde sacas esas ideas?
—¿Cómo murieron realmente mis padres?
—Ya lo sabes. Fue un accidente lamentable.
—Quiero los detalles. ¿Qué fue lo que paso realmente?
Los ojos de Simona se cristalizaron ante mi interrogante, no podía ocultar más, la historia que nos rodea y que siempre creímos, está llena de anomalías y falsedades. Su rostro delató esos años de mentiras y ocultamientos, o verdades omitidas hacia Carolina y hacia mí. ¿Qué tipo de familia somos en realidad?
Los gritos de Roberto nos sacaron del tema y acudimos de prisa a la sala, donde nos encontramos con el mozo, en ropa de dormir. Su mirada reflejó la preocupación que nos situó en estado de alerta. Sus palabras se dirigieron a mi persona.
—Ha llamado por teléfono la señorita Carpe. Es urgente que se vaya a la casona del río.
—¿A está hora? —replicó Simona—. Son las tres de la madrugada.
—¿Qué ha sido lo que te dijo? —interrogué a Roberto—. ¿Es en verdad urgente?
—La señorita Carolina se ha puesto mal —confirmó el joven—. Es realmente apremiante.
Autor: Martín Guevara Treviño
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