Cuando amanece un nuevo día, sabemos de sobra que se ha de acabar, que se ha de consumir en sus propias cenizas y que resucitará al día siguiente, también de sus propias cenizas, una nueva jornada. Cuando salimos de nuestra casa para hacer un recado, una compra, un capricho, una visita, sabemos, por lo general, que volveremos a entrar en nuestra casa y volveremos a sentarnos, tranquilos, en el sofá, a leer algunos, a ver la televisión otros, a jugar a videojuegos, a teclear en el ordenador buscando curiosidades en la red. Cuando vamos al trabajo o a clase, sabemos de sobra que volveremos a casa a descansar o a estudiarnos la lección de cada día. Cuando vivimos, sabemos también que vamos a terminar como todos, allí, a lo lejos. Eso es lo que nos preocupa, que sabemos cuál es nuestro futuro en algunos aspectos, y sin embargo, en otros no. Si no supiéramos nada, quizá, viviríamos mejor…
“Que hemos de morir es algo que sabemos desde que nacemos”.
José Saramago.