Desde chico sentí pasión por la ciencia. Pero la ciencia, el ejercicio del poder supremo del intelecto humano, siempre estuvo ligado, en mi mente, al beneficio de las personas. Para mí, la ciencia tenía que estar en armonía con la humanidad.
No imaginaba que la segunda mitad de mi vida estaría dedicada al esfuerzo de ahuyentar un peligro mortal para la humanidad creado por la ciencia.
La liberación práctica de la energía nuclear fue el resultado de muchos años de investigación teórica y empírica. Esta energía tenía un gran potencial para el bien común. Pero lo primero que conoció el público sobre este descubrimiento, fue la noticia de la destrucción de Hiroshima con la bomba atómica.
Un espléndido logro de la ciencia y la tecnología se había vuelto maligno. Y la ciencia comenzó a identificarse con la destrucción y la muerte.
Admitir que esta imagen de la ciencia fue merecida me resulta doloroso. La decisión de tirar la bomba atómica sobre ciudades japonesas, y la subsiguiente creación de enormes arsenales nucleares, la tomaron los gobiernos en base a percepciones militares y políticas. Sin embargo, los científicos de ambos lados de la Cortina de Hierro desempeñaron un papel significativo en el mantenimiento de la carrera nuclear durante las cuatro décadas de Guerra Fría.
Después del colapso del comunismo y la desintegración de la Unión Soviética, desapareció toda justificación para tener armas nucleares. La búsqueda de su eliminación total podría reanudarse. Pero las potencias todavía se aferran a sus armas con tenacidad. El desarme no es sólo un deseo ardiente del pueblo, también es un compromiso legal asumido por los estados nucleares oficiales. Pero sus declaraciones no corresponden con sus políticas.
A menos de que haya un cambio radical en la filosofía básica, va a pasar mucho tiempo hasta ver la reducción a cero de los arsenales nucleares, si es que alguna vez llegamos a verla. La filosofía básica actual es la disuasión nuclear. Las armas nucleares se mantienen como una barrera contra algunos peligros difusos. Esta política es simplemente una continuación de la inercia de la Guerra Fría.
La Guerra Fría ha terminado, pero la manera de pensar de ese período sobrevive. Entonces se nos decía que la guerra mundial se evitaba con la existencia de armas nucleares. Ahora se nos dice que las armas nucleares sirven para evitar todo tipo de guerras… Son argumentos que pretenden demostrar algo que no es. No hay pruebas directas de que las armas nucleares eviten una guerra. Por el contrario, se sabe que casi la provocan y es que la realidad de las armas nucleares es que pueden poner en marcha cualquier tipo de conflicto bélico. Situaciones como la crisis de los misiles cubanos en 1962, o, sin ir más lejos, los conflictos de medio oriente por supuestas armas nucleares (las cuales nunca se encontraron) son claros ejemplos del mal que provocan este tipo de arsenal que puede destruir a toda una civilización..
Es por esto que no entiendo porque algunos dicen que las armas nucleares sirven para evitar todo tipo de guerras. ¿Cuántas guerras más hacen falta para refutar este argumento?
(Continuará).