Mírame y dime que ves, que sientes, que piensas. Deja que se filtre el alba, que te hagan cosquillas las palabras en el alma y las dejes volar como mariposas despavoridas zigzagueando entre las sábanas. Dime que tocas, que quieres, que muerdes con esa mirada, con ese cuerpo desamparado en las gélidas hadas del alba. Deja que te mire, que te sienta, que te piense, que te hable, que te toque , que te muerda. Déjame. Déjame tenerte esta noche, esta mañana, deja que te tenga una sola vez y después desaparece como has venido, con el alba. Y yo te esperaré cada mañana, como ahora, como mañana, como ayer, como siempre.
«En el corazón tenía la espina de una pasión. Logre arrancármela un día, ya no siento el corazón.»
Antonio Machado (1875-1939) poeta español, un gran hombre, mi maestro.