La civilización se mezcla en el horizonte desapareciendo por el espejo retrovisor. Siento el aire limpio, la tierra y el presagio de lluvia. Cuando llego a una loma detengo el coche y me tumbo en el suelo. Silencio, me doy cuenta de todo lo que dice el silencio. En el silencio se desembuelve el chocar del arroyo contra las rocas, el paso del viento entre los pinos, el crujir de las ramas viejas, la alimañas rondando entre los arbustos. Se escucha la mezcolanza de pájaros, el sonido lejano de un tractor arando, la hojarrasca revoloteando ingrávida, el vuelo lejano de un avión que pasa casi invisible entre las nubes. Se escucha el disparo de algún furtivo, el ladrar de algún perro hambriento, se oyen los cencerros de merinos arrancando el pasto de praderas y el volar de la piedra del pastor. Se aprecia un leve sonido de motosierra arrancando vida de un árbol y el silencio, sólo escucho el silencio.