—Y… ¿Porqué ya no es médico?, digo, si acaso no es indiscreta mi pregunta.
—No, no es ninguna indiscreción. Solo que hace algunos años me declararon… incompetente —la vi a los ojos—. Un desquicio nervioso.
—Cuanto lo lamento —su rostro se ruborizó al sentir una falta de tiento en la conversación.
—No se apure. Estoy casi acostumbrado a estos interrogatorios, sobre todo con gente que acabo de conocer. En realidad no es nada grave, he estado mejorando con el paso del tiempo.
La caída de la noche se hacia cada vez más fría, un ligero viento burlaba la protección del cristal y se inmiscuía por las hendiduras de madera de los marcos de las ventanas.
*
Solo en mi habitación, me dispuse de rodillas a un lado de mi cama a realizar la oración nocturna, Señor, líbrame de la maldad, no me dejes caer en tentaciones y sobre todo, no me dejes soñar… líbrame del mal de las pesadillas.
La lluvia se dejó sentir en toda su magnitud, lo que le brindaba al inmenso cielo un escenario majestuoso para los relámpagos en su danza partiendo el universo. Tardé un poco en conciliar el sueño, al fin el cansancio venció al insomnio anhelado. Y se abrió paso autónomo ante mi inconciencia la maldición de muchas de mis noches, los sueños malditos.
Ahí estamos otra vez tirados sobre el mármol mohoso de esa pequeña iglesia, con la luz apagada, la oscuridad solo es rota por unos débiles rayos de sol que se filtran por los vitrales colorados.
Autor: Martín Guevara Treviño
1 comentario en «Brujas Infiltradas (9 Sueños)»