La política sucia del dinero sucio ha ido en aumento durante bastante tiempo.
Hay tres razones para ello.
La primera es la pérdida ética (y en particular de la ética del servicio público). Una segunda razón, formidable, es que sencillamente hay demasiado dinero en el medio. La tercera es una razón que se relaciona con la segunda, es que el costo de la política se ha vuelto excesivo y en gran medida está fuera de control.
La conclusión principal es que a medida que se debilita la ética, aumentan las tentaciones porque llegan ante nosotros continuamente y en cantidades asombrosas. Un ejemplo, entre muchos, es el dinero del narcotráfico: muchos precios deben ser y son controlados (los precios de las medicinas, de los servicios, etc.) y casi infinidad de artículos requieren permisos, inspecciones, regulaciones. Las oportunidades de soborno y extorsión son igualmente, por lo mismo, casi infinitas. En parte, este dinero sucio es «dinero necesario» para poder cubrir el costo de poder ser elegido; pero en parte también llena los bolsillos de quienes otorgan los permisos.
¿Cómo puede contrarrestarse la corrupción en la política?
Ciertamente, el costo de la política puede y debe reducirse. Es posible limitar algunos gastos electorales. Cuanto más pueda hacerse para que el Estado se retire de las áreas extrapolíticas, menores serán las oportunidades y las tentaciones de la corrupción política.
Sumado a esto, deben endurecerse las sanciones e imponerse controles verdaderamente efectivos. Es fácil proponerlo y decirlo mas la corrupción y avaricia se perpetúan a sí mismas. Se necesita una sacudida violenta y, por fortuna, ésta ya se avecina.
El velo que ocultaba la corrupción política ha sido quitado. En la actualidad se la ha expuesto y ha producido un gran descontento. De hecho, el clamor actual es contra la corrupción.
(Continuará).