Tratado de amor eterno.

Deja que te abrace como si fuera la última vez,
que te acurruque en mi pecho y veamos envejecer la vida,
caer los luceros del cielo, florecer las rosas de los días.
Pero deja que te abrace.
Te abrazaré como el primer día,
poco a poco, temblando,
sintiendo a los ángeles de la incertidumbre
acariciar con delirios mi barriga.
Te sentiré como la primera vez,
pues es así como me gusta abrazarte, como aquel primer día ,
y pensar que nunca te vas a alejar de mis brazos.
No tengas miedo, dame la mano, ponte cómoda,
pasemos así el resto de nuestra vida.

Pero deja también un hueco en el centro para toda nuestra familia,
será un hueco grande y confortable,
un hueco donde ellos puedan entrar y salir a su antojo.
Vendrán por navidad, cuando tenga miedo y frío,
cuando estén felices, cuando nos den una buena noticia,
o mala, porque sabes que a veces hay malas noticias.
Pero pasémoslas así, abrazados, todos juntos.
Y cuando ellos no estén,
el hueco será ocupado por su amor, por nuestro amor.
¿Te das cuenta cariño? Nunca hemos estado solos,
siempre estas allí, siempre estoy allí,
nuestra familia también está allí.
Así que abracémonos,
juntemos nuestras vida alimentada de abrazos, de nuestro amor.
Ahora que observamos este ocaso plagado de nostalgias
y la vida rozar nuestros cuerpos,
sólo te pido que vengas,  que me abraces muy fuerte.
Abrázame como la primera vez.

Antonio Pérez Abril.