54.
La noche se tornaba demasiado tranquila, las nubes en el cielo avanzaban lentamente por el ligero soplar del viento, nubes obscuras que entornaban la clara luna, casi hasta ennegrecerla.
Nora, con el ánimo por los suelos se dispone a vestir sus ropas para dormir, abre la ventana para que el viento pueda colarse al interior, en esa atmosfera que sentía que la asfixiaba. Apaga la lámpara que está sobre el buró al costado de su cama. Pensativa se introduce bajo sus sábanas, sólo siente el deseo de cerrar los ojos y dormir, olvidarse de todo. La noticia de la muerte de Kenny Doria la había impactado, a pesar de que sentía un gran alivio con su ausencia, sentía ese dolor por la amistad que algún día compartieron.
Ahora con la obscuridad de sus ojos cerrados, trataba de acomodar las piezas futuras, de una vida nueva que emprendería para olvidarse de todo lo malo. Nora logró dormir, asentándose de la realidad.
55.
El Agente camina de prisa por el largo pasillo de ese frío lugar. La Reportera lo sigue tratando de aguantar su paso acelerado. Ella lleva colgado a su hombro un bolso donde incluye su lámpara fotográfica, la única condición de poder fotografiar el cadáver de la célebre asesina, Kenny Doria, era que debería entrar sólo ella, sin camarógrafo ni asistente. Pensó en los absurdos protocolos de la policía y maldijo en su interior. Pero no dejaría pasar la oportunidad brindada y ahora era guiada por el Agente de policía hasta el destino del cadáver de la modelo. Al fondo del pasillo se leía un letrero con la leyenda: “Morgue”. Ella sintió un escalofrío al imaginarse tan cerca de los muertos.
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