Con sus grados en el paladar sigo mezclando el brebaje, barajando las místicas posibilidades de su cuerpo acuoso y malva. Se va empañando el vaso, sus lágrimas recorren el cuerpo diáfano que le hace presa y lo bebo, la noche es gélida y brumosa. Lo vuelvo a beber y me transporto a los abismos, a la locura, a la tertulia, al humo de mis cigarrillos. Los presentes derraman su cultura, literatura, historia, conspiraciones gubernamentales, tierras y campos. Todo se convierte en agradable, en bueno. No recuerdo, no pienso nada, solo bebo y hablo, me dejo caer en el sillón mientras la noche sigue su curso, mientras sus grados se instalan en el paladar, mientras la vida continua…
Qué compañía hace un vaso así a nuestro lado, ¿verdad? Yo soy más de whisky, mi amigo se llama Johnny Walker y es negro 🙂
Sigue así, compañero. Me encantan tus escritos. Eres grande.
Un abrazo!
hola Jorge, yo también soy de whisky, Whrite label (el hermano pequeño del tuyo jeje) pero el sábado probé el pamperico y la verdad es que fue grata la sorpresa.
Un gran abrazo.
Bueno, yo me bebo inclusive el agua de fregar, pero el vodka me alegra mas de un rato. Espero que podamos compartir pronto una de esas noches de alcohol. Nos vemos en los bares!
Que buen relato, ese ron que descubrí una noche de granada. Yo escribo esto para mostrar mi amor hacia todas las bebidas alcohólicas, aunque el vodka smirnoff es mi mejor aliado, no es lo único que tiene que filtrar mi amado hígado.
Bebed con moderación!
Estoy de acuerdo con vosotros, pero no me podeis negar que cualquier licor se disfruta mucho mas cuando se esta acompañado de grandes personas. La compañia puede hacer bueno un mal licor.
Vivan los botelleos.
Me gustaria saber el aporte de esta compañia «Pampero» en lo que al beisbol venezolano se refiere… gracias