Esta semana, por cuestiones de diversa índole, como en otras ocasiones, el artículo sobre poesía de todos los viernes ha sido pospuesto para el sábado, por el único motivo de que no se ha podido publicar el viernes. Pero no importa: hoy vamos a hablar de poesía, al fin y al cabo, ¿será por días?
En la sesión de Versos de Oro de esta semana, la décima ya, vamos a hablar de un soneto que recientemente he leído y me ha impresionado bastante por su tono. Hablo de un soneto escrito por el gran Dámaso Alonso, figura imprescindible del mundo de la poesía española, miembro indiscutible de la famosa Generación del 27. Un poeta que incluye a sus versos unos toques bastante importantes en lo relativo a la religiosidad. Sin embargo, se pueden encontrar bastantes dotes de amorío en su poesía, como es el ejemplo que os planteamos hoy. El poema de hoy, soneto, goza de una mezcla entre Dios y el amor bastante interesante, pero sólo con una referencia. Yo no sé exactamente a qué se referirá, pero lo interpreto como una declaración de amor, el tipo de poemas de amor que a mí me gustan, esos poemas en los que no se habla del amor como un mundo rosa, sino que dentro de un mundo negro se dice «pues me da igual vivir así, porque te amo». Más o menos así definido.
Por eso he decidido incluir al gran Dámaso Alonso en esta sección y en este apartado de hoy. Creo que es un poema bastante bueno, bastante sincero y con un mensaje indescriptible. Su título es Ciencia de Amor, y parte de negar lo que sabe, de no estar seguro lo que ve, de no creerse lo que vive, a terminar diciendo que lo único que sabe es que la ama, no se sabe a quién –o a qué, nunca se sabe si realmente le escribe a la poesía, como otros, o no–. En definitiva, un poema que tiene bastante miga, bastante sobre lo que poder hablar, poder debatir opiniones y críticas muy diferentes, muy variadas, y sobre todo, un mensaje, también discutible, que sea por lo que sea, como toda la poesía buena, nos llega hasta lo más profundo de nosotros. A mí al menos me ha llegado, yo lo veo así. No sé qué pensaréis vosotros.
Y nada más que decir, sólo que espero que os guste la nueva recomendación poética, el nuevo artículo sobre Versos de Oro, y que espero veros por aquí de nuevo dentro de una semana –hoy menos días, pues intentaré tener para el viernes listo algo nuevo–. No me alargo más. Espero que lo disfruten, y que pasen todos un buen fin de semana, que el lunes ya está a la vuelta de la esquina, como suele decirse en mi pueblo, y hay que aprovechar los momentos como si fueran de oro –como los versos, que, de hecho, lo son–.
Saludos, y les dejo con el soneto. Dámaso Alonso, Ciencia de Amor.
No sé. Sólo me llega, en el venero
de tus ojos, la lóbrega noticia
de Dios; sólo en tus labios, la caricia
de un mundo en mies, de un celestial granero.
¿Eres limpio cristal, o ventisquero
destructor? No, no sé… De esta delicia,
yo sólo sé su cósmica avaricia,
el sideral latir con que te quiero.
Yo no sé si eres muerte o si eres vida,
si toco rosa en ti, si toco estrella,
si llamo a Dios o a ti cuando te llamo.
Junco en el agua o sorda piedra herida,
sólo sé que la tarde es ancha y bella,
sólo sé que soy hombre y que te amo.