¿Qué le pasa al mundo? Vuelvo hacerme la misma pregunta. La planteo bajó un crepúsculo malva, en la cima de una montaña. La vuelo hacer bajo el vuelo de un águila, bajo el canto del inmortal río que surca los campos. Si, vuelvo a esa eterna pregunta. No la planteo por el hecho de que haya ocurrido algo en concreto, no ha ocurrido nada distinto a otros días. La gente sigue matándose, destruyendo, contaminando, lanzando calumnias sobre el mundo. Todo sigue igual. Cuando uno se acostumbra al comportamiento del ser humano, no es fácil sorprenderse por estos hechos.
Eso no significa que lo vea bien, todo lo contrario, esa forma de actuar es la que me ha empujado a escribir estas líneas. Estoy harto de esa pregunta ¿Qué le pasa al mundo? ¿Somos tan malos como creemos?
La respuesta es un rotundo “NO”. Lo que pasa es que la gran estupidez por la que siempre se ha visto acompañado el ser humano (en la que yo me incluyo el primero) nos hace creernos más de lo que somos. ¿Qué somos en este inmenso universo? Pues simplemente somos una porción insignificante del mundo, una casualidad de la naturaleza. Y solamente con eso, ya nos pensamos que somos los amos del mundo. Solo por haber evolucionado de esta manera, por crear grandes avances que cualquier otro ser no ha sido capaz de hacer. Nos pensamos mejor que cualquier otra especie del planeta y ¿por qué? ¿Acaso no matamos para alimentarnos? ¿Acaso no bebemos agua para sobrevivir? ¿Acaso no nos empeñamos en perpetuar nuestra especie? ¿No nos comunicamos entre nosotros? Somos igual que cualquier especie de la tierra, aprovéchanos nuestro entorno para sobrevivir.
A mi pensar, creo que lo único que nos diferencia de los animales y las plantas es la ambición, si, la ambición. Y ahora la pregunta mas importante ¿a qué nos lleva la ambición? Muchas personas piensan que la ambición es el primer paso hacia el éxito, ¿A qué éxito? ¿Éxito en el amor? No, el amor abarca muchos campos pero nunca seas ambicioso al amar pues entonces solo tendrás odio. ¿Éxito en la amistad y respeto a sí mismo? El que busca ambición en la amistad, acaba convirtiendo uno de los valores mas grandes del mundo en una mera competición, cuyo único resultado es el de crearte un amplio número de enemigos y la pérdida total del respeto hacía ti mismo.
¿Éxito en el trabajo? Quizás este sea el tipo de ambición con más uso. Es la trampa más simple en la que suele caer el ser humano. Su forma de ser es simple: cuanto mas ambicioso sea en el trabajo, más posibilidades tengo de ascender, de ganar más dinero. Analicemos esta situación: ascender es competir con los compañeros, con gente con la que pasas 8 horas al día durante cinco días a la semana, incluso con personas que son tus amigos o enemigos a los que respetas por su astucia. En primer lugar, planteamos la situación con buenas intenciones, si asciendo en mi trabajo mis compañeros que pasarán a ser mis subordinados obtendrán muchas más ventajas, ya que nuestra vieja amistad les servirá. Pero cuando vemos el ascenso al alcance de nuestra mano, nos olvidamos de las buenas intenciones, nos olvidamos de los compañeros, nos olvidamos de todo, tan solo aspiramos a cortar cabezas. ¿No bastaría con hacer bien tu trabajo? Y luego está el tema del dinero, ¿Crees que eso te dará la felicidad? Un estudio ha comprobado que a todas aquellas personas que le ha tocado la lotería, un año más tarde siguen siendo igual de felices que cuando no tenían tanto dinero. Pero bueno, tampoco hace falta remitirse a un estudio para saber que el dinero no da la felicidad. Solamente sirve para poder adornar más tu vida, para poder acumular mas trastos en el trastero o para morir de un infarto a causa de una gran lista de comidas copiosas. Y al final todo es una angustia con una sola finalidad, conseguir más dinero.
También quiero dejar claro que no estoy en contra de la ambición. La ambición, como todas las cosas, no es mala sí no se abusa de ella. Hay que ser ambicioso pero de otra manera. Ambicioso en valorar al ser humano, en repartir las riquezas, en respetar la naturaleza.
Me duele el pensar que hay mucha gente que está tan ocupada en sus cuentas corrientes que no son capaces de apreciar las grandes cosas que nos muestra la tierra. Como un amanecer en el campo, el olor a rocío, el nacimiento y muerte de una flor. La lluvia, el sonido de sus gotas cayendo sobre las aceras. A eso quiero referirme, que tal vez no sea malo ser la especie dominante, pero siempre teniendo en cuenta de que no somos tan distintos de las especies que nos rodean. Claro que siempre que intento decir esto nadie me escucha. Tal vez sea por mi forma de exponerlo de una manera tan infantil y sin sentido. O quizás soy demasiado joven para pensar. Pero entonces llegará un día en que ya sea «Demasiado viejo para sentir».
Pienso que lo que le pasa al mundo es que ha perdido sensibilidad. Se mira más hacia fuera que hacia dentro de cada uno. Pretendemos que sean los demás los que nos hagan felices y les concedemos por ello un inmenso poder sobre nosotros, y solo cuando descubrimos que la felicidad no depende de los demás sino que está dentro de nosotros, se nos presenta la vida mas hermosa, pue nuestra felicidad no depende ya de los demás sino de nosotros mismos.
Para dar opiniones no hay edad, creo que el problema no está en quien la emite sino en quien la recibe que puede estar impregnado de un elevado ego, o ignorancia que le hace sordo. Es uno de los problemas de nuestra epoca, la falta de escucha.
Yo tengo fe en este mundo y las personas que lo habitan. Lo que me da miedo es la deshumanización que sufren las personas, movidas por la ambición, intolerancia y deseo de poder, que las hacen insensibles a su propia condición.
Nunca se es demasiado joven para pensar ni demasiado viejo para sentir.
Te vuelvo a dar las gracias por tu comentario.
En primer lugar por dar tu opinión, pues es lo que mas me interesa de este artículo, la opinión de los demás. Y en segundo por creer que este mundo algún día sea un sitio donde se pueda vivir en armonía con la naturaleza y con el ser humano.
Mil gracias.