Ana Frank, de nuevo con nosotros.

No es directamente Ana Frank, la del diario, no es un pseudónimo, no es un mismo nombre y un mismo apellido, pero sí tiene que ver con la niña: es su amiga, de nombre Jacqueline van Maarsen. Fue la mejor amiga de Ana Frank durante apenas un año, antes de que la niña ingresase en el campo de exterminio. A pesar de que dice no ser partidaria de contar en público la verdad de lo sucedido, de revelar en público el verdadero carácter de la niña, de contar historias sobre ella, ha hecho que su silencio hablara con el libro Me llamo Ana, dijo, Ana Frank. Las cartas que la niña judía escribía iban destinadas a esta mujer, que ha visto lo que se ha ido diciendo de la niña y no ha tenido más remedio que plasmar toda la verdad en este libro, no con el ánimo de saberse conocida por todos, de tomar fama, sino con el ánimo de que no se cuenten más leyendas y se remitan a lo que realmente sucedió: lo que narra en su libro, lo que ella sabía –ella, que era la mejor amiga de Frank–.

Tiene setenta y nueve años, no ha podido callarse a estas alturas porque consideraba que “se estaban diciendo cosas sobre Ana Frank que no eran ciertas”, y sobre todo, lo ha hecho con la mejor de las intenciones, resultándole “muy difícil hablar del tema”. La escritora dice que la niña era bastante desagradable con su familia y con sus amigas, pero que con ella, sólo con ella, era la persona más cariñosa del mundo.

El libro, cuya idea de escritura surgió en 2003, será llevado a la gran pantalla en 2009. Al parecer, el título del libro son las primeras palabras que la niña judía le dedicó a la autora con doce años, cuando se conocieron. El padre de la niña, Otto Frank, ha colaborado con la autora en la difusión del diario de su hija.

De nuevo, pues, tenemos noticias de la niña judía que fue destinada a un centro de exterminio por ser judía. Su hermana y su madre se libraron de la muerte al declararse católicas –lo que significará, pues, que no serían muy devotas a su religión judía–. Jacqueline nunca quiso ser conocida por haber sido la mejor amiga de Ana Frank, pero, a pesar de todo lo que se ha ido diciendo a medida que ha ido pasando el tiempo y a medida que se han ido encontrando elementos nuevos –como la postal encontrada hará cuestión de dos meses–, ha tenido que rebelarse y plasmar en ese libro no sólo su amistad con la niña judía, sino toda, absolutamente toda la relación que Ana Frank mantenía tanto con su familia como con todas las demás personas. Será, pues, otro misterio que sólo quien lea el libro, o quien vea la película cuando se estrene el año que viene, pueda descubrir.

Me llamo Ana, dijo, Ana Frank. Un nuevo dato para el archivo de este misterio, el misterio de la niña judía que fue tristemente exterminada. Eso sí se merece un homenaje…

Fuente: El Mundo.